
Publicado el Lunes, 21 de Noviembre de 2011
Por Verónica Escalante
Una
vez comprendí que mi voz no era mía
que era sólo del
mundo, del mar y los días
y la llevé en mi viaje entre
amores y horror…
SR
ADVERTENCIA:
La siguiente nota está
escrita desde el más ferviente cariño hacia el cantautor más
relevante que dio la música popular latinoamericana. Es un
agradecimiento profundo, una muestra de amor. Si busca usted
objetividad vaya rumbeando para otro lado.
Edgardo,
aquel de la trova de, supo decir alguna vez que “hasta en los
corazones de los hombres más temerarios hay cuerdas que no se dejan tocar sin
emoción”. Algo de eso sabe Silvio Rodríguez que logró, el pasado
viernes 18 de noviembre en el Estadio de Ferro, conmovernos hasta las
lágrimas, acariciarnos el alma y hacer aflorar esa nostalgia de
cosas pequeñas y tontas, de cosas quizá perdidas para siempre que
regresan como recuerdos, mariposas que ayer sólo fueron humo.